Si quieres, puedo callar que eres el juego más bonito en el que he tenido el placer de perder.
También puedo esconder las rozaduras en las rodillas que me hice desde el primer día que caí contigo (o por ti pero sin ti) y desde entonces he repetido día a día.
Puedo intentar descoser las cicatrices a cuyos puntos puse tu nombre uno a uno y abría cada noche sólo por nombrarte.
Puedo no confesar que de matarme serías el primero en enterarte pero el único a quien no tuviesen que avisar, pues ya sabes que me gusta imaginarnos chocando en una autopista a 120 por hora.
Y ni siquiera eso duele tanto.
Me dijiste que hasta siempre, sí, pero no especificaste que sería yo contigo y tú sin mí.
Puedo hacer lo que quieras, menos fingir que no duele al recordarte.
"-Dime dónde estás.
-Frío, frío, frío..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario