No sé cómo explicaros que el negro es el color más alegre que conozco. 
O que a algunos no nos importa estar rotos, siempre y cuando no nos desparramen los pedacitos.
O que no hay mayor vértigo que el que da mirar unos ojos azules. 
Tampoco sé cómo haceros ver la inigualable belleza de una casa en ruinas. 
O de una persona en ruinas.
Y si encima sonríe, ya es otra historia.
O que me quedo con quien sepa recorrer mi cuerpo de cicatriz en cicatriz. Y si falta alguna, mi piel es un lienzo en blanco.
Creo que no me explico. 
Pero creo que no me importa. 
 
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