
-¡Le odio! ¡Le odio! ¿Te enteras? ¡Le odio con todas mis fuerzas!
+Pero, ¿se puede saber qué estás diciendo ahora? Si le quieres mucho.
-Ese es el problema. Le quiero demasiado. ¡Pero él ni si quiera se da cuenta!
+Claro que se da cuenta, pero sólo sabe que le quieres de la forma en que se lo muestras, aunque no sea la cierta.
-¿Por qué tengo que pensar en él a cada momento? Las 24 horas al día.
+Tampoco exageres...
-¡No lo hago! Él roba todos y cada uno de mis pensamientos y cada suspiro que lanzo al aire lleva su nombre.
+Creo que deberías contarle todo lo que realmente sientes por él.
-Pero eso no solucionaría nada y lo sabes.
+Pues no, no lo sé. Quizás él también siente eso por ti. Eres demasiado negativa.
-Pues no solucionará nada. Porque él me quiere como a otra chica más, y yo por él entregaría mi vida. Y ¿por qué? Porque él está enamorado, sí, ¡pero de otra!
De repente el silecio reina en la habitación. Es un silencio demasiado incómodo y ella ve cómo las dos están atrapadas en él, prisioneras. Pero como no encuentra las palabras necesarias para liberarse, decide conformarse con protegerle con un abrazo.
-¿Y sabes lo peor?
Ella niega con la cabeza. No quiere volver a utilizar palabras porque teme volver a decir algo incorrecto nuevamente.
-Que más me odio a mi misma, por intentar si quiera odiarlo, cuando todos sabemos que realmente lo amo. Pero él jamás lo sabrá. ¿Te enteras? Jamás. Me conformaré como hasta ahora con seguir amándole en silencio.
:O
ResponderEliminar