proverbio arabe

26 de julio de 2010

Es imposible...

Sus húmedas mejillas se ven atrapadas contra la almohada, en la que se esconde mientras intenta ocultar el dolor que ahora le acecha, el peor de todos: mal de amores.
-¡Le odio! ¡Le odio! ¿Te enteras? ¡Le odio con todas mis fuerzas!
+Pero, ¿se puede saber qué estás diciendo ahora? Si le quieres mucho.
-Ese es el problema. Le quiero demasiado. ¡Pero él ni si quiera se da cuenta!
+Claro que se da cuenta, pero sólo sabe que le quieres de la forma en que se lo muestras, aunque no sea la cierta.
-¿Por qué tengo que pensar en él a cada momento? Las 24 horas al día.
+Tampoco exageres...
-¡No lo hago! Él roba todos y cada uno de mis pensamientos y cada suspiro que lanzo al aire lleva su nombre.
+Creo que deberías contarle todo lo que realmente sientes por él.
-Pero eso no solucionaría nada y lo sabes.
+Pues no, no lo sé. Quizás él también siente eso por ti. Eres demasiado negativa.
-Pues no solucionará nada. Porque él me quiere como a otra chica más, y yo por él entregaría mi vida. Y ¿por qué? Porque él está enamorado, sí, ¡pero de otra!
De repente el silecio reina en la habitación. Es un silencio demasiado incómodo y ella ve cómo las dos están atrapadas en él, prisioneras. Pero como no encuentra las palabras necesarias para liberarse, decide conformarse con protegerle con un abrazo.
-¿Y sabes lo peor?
Ella niega con la cabeza. No quiere volver a utilizar palabras porque teme volver a decir algo incorrecto nuevamente.
-Que más me odio a mi misma, por intentar si quiera odiarlo, cuando todos sabemos que realmente lo amo. Pero él jamás lo sabrá. ¿Te enteras? Jamás. Me conformaré como hasta ahora con seguir amándole en silencio.

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