-Te busqué. Te busqué desesperadamente durante tres años. Fui a todos los sitios que alguna vez nombraste. Llegué a Nigeria. Le enseñé a todo el mundo las fotos que tenía de ti.
-Nunca me moví de aquí.
-Y cuando ya empezaba a olvidarte, empezaste a perseguirme tú. Aparecías en cualquier lado. En el reflejo de un escaparate, en el charco de una estación de tren, en una sombra en el bosque. Yo qué sé, no me dabas tregua. Me perseguías como una maldición.
-Ismael.
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