Tus labios cortan mi piel, justo mi antebrazo.
Yo bailo, me sumerjo... Fluyo en la sangre, en palabras. Con el brazo en el aire, a modo de bandera; la de mi libertad.
Desangrarme en versos, en besos, en sueños y deseos. No quiero nada más.
Y así me zambuyo, en mi sangre, en ti, que me besas el costado, las entrañas, el sexo y mis melodías.
Porque lo besas todo pero sin usar tus labios, porque eres capaz de
hacerme bailar con las palabras, de regalarme una luna de letras que, al
combinarlas, se convierten en estrellas.
Mis estrellas, las que brillan en mi cielo... Que no hay más cielo que
el de tu boca, que no hay más boca que la tuya, la que me sonrie, la que
me provoca, la que me encandila y me hace perder la razón a cada momento. La que me
hace querer.
Porque querer dicen que no sirve de nada, y que para nada se quiere.
Pero yo te quiero para sentirte, para tenerte. Para que no te vayas. Y
tú, ¿quieres quererme?

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