proverbio arabe

16 de enero de 2012

LA LUNA QUIERE SER ESTRELLA

En clase de astronomía no puedo dejar de fascinar con todos aquellos fenómenos
producidos, como el caso de las bellísimas auroras boreales, cuyo proceso es difícil
de explicar. Pero, ¿qué más da el motivo? La cuestión es que ocurren. Para que todos
podamos disfrutarlas. Quizás el próximo año pida una beca de investigación en un
observatorio, para poder contemplar, por mí misma, todo aquello que me asombra.
Buscar nuevas estrellas, incluso planetas y, quién sabe, un nuevo sol. Pero, ¿llegaríamos
a considerar nuestro sol a una estrella que brillase con más fuerza que el actual? Claro
que no. Porque lo importante no es la fuerza, sino la existencia y cercanía de la misma.
Existen millones de estrellas que brillen con más fuerza que la nuestra pero, ¿las
llegaremos a conocer algún día? Quién sabe. De momento tenemos la nuestra, nuestro
Sol. Deberíamos tener suficiente con ello. Pero somos unos inconformistas. ¿No nos
basta con lo que tenemos? Siempre buscamos algo nuevo, que brille con más fuerza.
¿No es así? Buscamos una fuerza cada vez mayor.

Lo mismo ocurre con el amor. Cuando pensábamos tener la estabilidad que durante
tanto tiempo hemos estado buscando, zas, encontramos algo nuevo, que parece más
grande, más fuerte, más bonito. Más amor.

¿Y yo? ¿Soy también una inconformista? Puede que todo sea fruto de la sociedad
consumista en la que vivimos. Nos hace creer que lo nuevo es siempre mejor. Pero
no nos damos cuenta de que la belleza de las cosas no está en su diseño sino en su
funcionamiento. ¿Y mi amor? ¿Funciona?

¿Y el Sol? ¿Cumple su papel de estrella principal del Sistema Solar? Hasta el momento
parece que sí. Pero, ¿y la luna?, ¿y las estrellas?, ¿y el viento?

La luna quería ser estrella. No le gustaba tener que esconderse cada 28 días pues,
aunque resulte paradójico, le daba miedo la oscuridad.
Ella quería contar con todos, pero las estrellas se reían de ella.

Las estrellas ansiaban ser nubes. Soñaban con la libertad, con el poder viajar,
ver mundo. Querían poder disolverse, desaparecer sin dar explicaciones. Incluso
encontraban como algo positivo el que nadie las echase de menos.

Las nubes deseaban convertirse en sol; poder brillar. Querían ser calor, no símbolo
del crudo invierno. Buscaban aquellas sonrisas provocadas por tibios rayos de sol de
invierno. Las nubes querían ser vida.

Y el sol, en cambio, ¿a qué aspiraba? El sol no soñaba con nada, porque no puede soñar.
El sol no descansa; está siempre ahí para nosotros. Y las nubes se molestan y le tapan,
fingen que no cumple su trabajo. Pero él se preocupa por nosotros, ya sea verano o
invierno.

¿Es que nadie tiene la ambición de ser luna?

Yo. Yo quiero ser la luna. Yo soy valiente; no me asusta la oscuridad. Porque si tengo
miedo cierro fuerte los ojos y pienso en ti. Y ya no tengo miedo.
Es por ti por quien quiero ser luna, para poder cuidarte y protegerte.

Pero también quiero ser noche. La noche entera. Porque cuando te beso siento cómo
entra todo el cielo en mí: nubes, estrellas, sol. Y también luna.

Y tú, ¿qué quieres ser?

Por favor, no me pidas ser sol pues entonces jamás estaré contigo.
Aunque si te gustase ser sol, por ti yo dejaría de ser luna.

Pequeña estrella, ¿dónde te has ocultado?

Pero yo quiero todo. Por eso quiero estar aquí, en el mundo de los mortales, ya que, si
no me faltas, la vida se hace menos dura y encuentro fuerzas para sonreír.

Además ahí arriba echaría de menos el correr bajo la lluvia, mirando la luna, el sol o a
ti.

Yo quiero desangrarme en versos, bailar en tu piel y caramelizarme en tus besos. No
quiero descoserme de tus labios pues el frío acabaría conmigo.

¿Dónde estás sol, ahora que te necesito?

Él se ha ido, se escabulló entre mis brazos y tú no apareciste con tu ardor, aquél que
meses antes nos consumió.

Corro por la noche, con la lluvia a mis pies y las estrellas derramándose sobre mis
hombros.

¿Es que tú, cariño, no piensas volver? Te busco por la niebla, me pierdo en el alba y
no encuentro de ti más que tu frutal olor. Me persigue tu recuerdo y aprovecho para
seguirlo, con mis pies descalzos y mi alma desnuda. Corro tras tu amor, guiada por la
pasión que me carcome. ¿Acabas con mi dolor y luego te escondes?

He encontrado a la pequeña estrella, enredada en mi pelo. Me confiesa tu refugio y no
me demoro en acudir a él. Ante la puerta me detengo ya que entiendo que, quizás, no
me quieras volver a ver.

Entonces escucho tu risa, que distingo entre la de tanta gente. Abro la puerta de par en
par con la energía de un niño pequeño y la felicidad de un bebé. En cambio allí no hay
nadie, solo tú. Estás en una esquina y me das la espalda. Tengo miedo a molestarte pero,
¿qué es eso que escondes?

Quizás tenía razón. No me quieres ya, porque no soy nueva. Porque todo lo que buscas
es la novedad. Quieres nuevas experiencias, nuevo sabor. Nuevo amor.

Las estrellas también quieren algo nuevo. Como la luna, como las nubes. Como yo.

Te giras y me tiendes la mano. Sobre ella, una luna hecha de papel.

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