Hasta hace poco, me habían encantado los puntos suspensivos; permitían que el cuento nunca terminase. La responsabilidad no era solo tuya ya que la decisión formaba parte tanto de mí misma como de la persona a la que le estuviese ablando. En cambio, ahora, he llegado a un momento, en el que jamás los utilizo. Bueno, vale, aveces lo hago. Pero no me gusta hacerlo. Puede parecer irrelevante pero, es que ahora soy yo quien quiero tomar mis propias decisiones; decidir yo el ritmo que debe tomar mi historia.
Ahora tengo control sobre mi vida.
Creo.
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