
Quizás podría decir que se me hace extraño escribir aquí de nuevo. Pero no quiero convertir esto en una rutina, no quiero escribir aquí cada día sobre cualquier tontería que no interese a nadie. Pero esta vez, en cambio, tengo un motivo. Realmente el motivo lo tuve ayer.
Bueno, no voy a empezar a contar con quien estoy en el momento o qué realmente me gustaría hacer con esa persona porque, sinceramente, si no lo sabes, no sé por qué te interesa saberlo ahora.
En fin, que no voy a alargar esta entrada infinitamente por dos motivos distintos: porque no creo que te apetezca leerlo y porque al fin y al cabo se volvería empalagoso y repetitivo, cosa que quiero evitar terminantemente.
Sinceramente, lo que quería decirte aquí, es lo que ya tantas veces te he comentado.
Pues sí, es para volver a contarte que eres lo más importante en mi vida. Y lo siento, pero tengo que volver a decirlo. Necesito recordarte que yo sin ti no se vivir, porque para mi eres incluso más importante que el aire que respiro. No exajero, me eres vital y es que tú has conseguido que mi corazón despertarse del letargo en el que se encontraba.
Si pudiese pedir un deseo, uno solo, no lo pensaría ni un solo segundo: poder dormir apoyada sobre tu pecho, donde tus brazos sean tu manto, el latido de tu corazón una dulce nana y tus besos mis dulces sueños. En cambio, por la mañana, quiero que sea tu sonrisa aquel rallo de luz que me ilumine y tu voz sea el dulce sonido que me de los buenos días cada una de las mañanas. Hasta el final de mi vida. De hoy en adelante, solo pido eso. Solo eso.
Permítemelo. 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario