-¿Puedo volver a verte? – me preguntó.
Su voz sonó nerviosa, y me pareció entrañable.
-Claro – le contesté sonriendo.
-¿Mañana? – me preguntó.
-Paciencia, saltamontes –le aconsejé. No querrás parecer ansioso…
-No, por eso te he dicho mañana –me contestó-. Quisiera volver a verte hoy mismo, pero estoy dispuesto a esperar toda la noche y buena parte de mañana.
Puse los ojos en blanco.
-Lo digo en serio – añadió.
-Ni siquiera me conoces – le dije.
Cogí el libro del salpicadero.
-¿Qué te parece si te llamo cuando lo haya leído? – le pregunté.
-No tienes mi número de teléfono.
-Tengo la firme sospecha de que lo has anotado en el libro.
Sonrió de oraja a oreja.
-Y luego dices que no nos conocemos…
-Bajo la misma estrella. John Green.
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