proverbio arabe

19 de enero de 2016

Abriste tu pecho por la mitad y volcaste, poco a poco, en mis manos tus recuerdos.
En la mano derecha guardé la imagen que conservas de cada uno de tus abuelos -el sillón de la derecha, el ascensor que no viene, la palidez cianótica...-; en la mano izquierda, encerrada en un puño, tu confesión de que un día, por pensar en la muerte, sentiste miedo.

A cambio bañé tus manos con mi sangre, que guardaste bajo tus uñas, donde Teresa hubiese metido agujas para acabar con el dolor que yo ya no tengo.

Ahora que tengo las manos llenas, no me cabe en ellas el miedo;
ahora que con mi lengua lamo las tuyas, se me cae de la boca la tristeza.

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