Me he puesto una tobillera que tenía guardada de cuando era pequeña, a ver si esto me salva de crecer.
Veinte años son demasiados para tan pocos libros, para tan pocos conciertos, para tan pocos amaneceres.
Tengo dos meses para inventarme un plan y no hacerme grande siendo pequeña.
Estoy dispuesta a deshollarme las rodillas de tanto caer. Porque voy a levantarme. Y porque voy a tirarnos.
Las paredes ya están todas blancas y tienen unas marcas que no son arañazos pero casi. De momento. ¿Alguien se apunta a perder la cabeza pero no la sonrisa?
Por cierto, no me voy a negar a que alguien me lea El Principito mientras me acaricia el pelo y me diga que todo no va a ir bien, pero que ya nos inventaremos algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario