Estoy ahora mismo en un pueblo donde la media de edad debe ser setenta años.
La gente tiene la piel cuarteada por el sol y sonríen mientras saludan con la mano a la gente que pasa desde un banco donde conversan sobre nada.
Hay sitios donde la vida se quedó estancada en una época pasada. Y nosotros, en cambio, queremos correr tan rápido, que de tantos semáforos en ámbar que pasamos, alguno se pone en rojo y nos acabamos matando.
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