Allí la tenía, temblando y llorando desconsoladamente, sin el menor cuento. Era terrible.
Las sábanas se habían caído y me fijé en su espalda. Sus omóplatos asomaban como si quisieran convertirse en alas, atravesando la piel. Pequeñas cuchillas. Estaba indefensa.
-Cartero. Charles Bukowski.
No hay comentarios:
Publicar un comentario