Le he dicho a mi padre que no quitase la bandera republicana del balcón aunque ya haya pasado su día (qué pena que sólo se celebre un día al año y no todos).
En ese momento ha pasado un abuelito por la calle y, al verla, ha gritado: ¡viva la República!, a lo que los nietos han contestado: ¡viva!
Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
 
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