Tengo un nudo en la garganta que hasta me impide respirar. No hago más que rebobinar la película. Sólo el roce de su mano hacía que mi corazón bombeara al doble de velocidad. Con ella estaba en otra dimensión. En cambio ahora... Las horas son como losas que me aplastan al caer. Y no hay cielo. O, bueno, si lo hay, no me entero de si es azul o gris. Y es que también el cielo tenía que ver con Sara. Decía que yo era el hombre del tiempo, porque siempre acertaba el color que iba a tener al día siguiente o al atardecer. Hasta que le conté mi secreto: era yo quien lo pintaba por las noches para ella.
-Nunca seré tu héroe, María Menéndez-Ponte
-Nunca seré tu héroe, María Menéndez-Ponte
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