Ni se acabó ni pollas, te acabaste tú.

Que no joder, que no. Que no eres más que un estúpido gilipollas egoísta ansioso de dañar todo lo que puedes porque, total, eres feliz. Que no eres nadie para que deje de escribir por ti, para que deje de hacer lo que me gusta por ti y, mucho menos, para que deje de ser feliz por ti. Y sí, lo escribo ahora porque pienso en ti. Porque pienso en cuándo te darás cuenta de que lo que tu llevas no puede salir bien, que eso no es vida. Pero me la suda: fóllatela cuantas veces puedas mientras ella se ve con su exnovio y métete toda la cocaína que te puedas comprar.

Que no, que voy a seguir escribiendo todo lo que me de la puta gana, pedazo de cabrón. 

Espero que nunca me hayas querido ni lo más mínimo porque entonces no quiero ni imaginar qué estás dispuesto a hacer a quien odias, hijo de puta.