Buscando uno de mis libros de medicina, esta mañana he encontrado el libro, nuestro libro. El libro de nuestra historia. La historia cuyo primer capítulo empieza un nueve de octubre pero tiene un enorme prefacio anterior, que empieza el día que nos conocimos y finaliza con aquella mágica fecha del ocho de octubre cuando, casi por el azar del destino, nos besamos. Un primer beso que abrió la puerta a un precioso cuento de princesas que jamás termina.Con un extraño sentimiento de mariposas que aún revolotean en mi estómago, me propongo seguir con mi búsqueda.
No entiendo qué le pasa a ese pequeño bebé. Parece como si tuviese un pequeño soplo en el corazón pero todas las pruebas dan negativo. Me desespero. Cierro el libro sobre problemas cardiovasculares con fuerza y lo pongo sobre la mesa al mismo tiempo que me llevo las manos a la cara buscando en ellas un pequeño refugio. Abro los ojos intentando así encontrar, casi milagrosamente, la respuesta a aquel enigma.
Siento como el aire me falta y mi corazón se empeña en salir del pecho. Pero, de pronto, fijo la vista en aquel anillo. Un precioso anillo que simboliza nuestro matrimonio, nuestra unión definitiva, sin miedo al fracaso porque esa es una palabra que nuestra relación no existe.
Y es en este momento cuando recuerdo lo que el siempre me dice en casos como este: "no te preocupes princesa, tranquila. Sino, no conseguirás nada". Yo lo sé, cariño, pero reconoce que es muy complicado. Uno se plantea unas metas y, cuando las ve tan lejanas, el mundo parece venirse abajo por un momento. Suerte que sé que te tengo a ti cuando llegue a casa, mi vida. Suerte que te tengo todos los días, para todo cuanto necesite.
No entiendo qué le pasa a ese pequeño bebé. Parece como si tuviese un pequeño soplo en el corazón pero todas las pruebas dan negativo. Me desespero. Cierro el libro sobre problemas cardiovasculares con fuerza y lo pongo sobre la mesa al mismo tiempo que me llevo las manos a la cara buscando en ellas un pequeño refugio. Abro los ojos intentando así encontrar, casi milagrosamente, la respuesta a aquel enigma.
Siento como el aire me falta y mi corazón se empeña en salir del pecho. Pero, de pronto, fijo la vista en aquel anillo. Un precioso anillo que simboliza nuestro matrimonio, nuestra unión definitiva, sin miedo al fracaso porque esa es una palabra que nuestra relación no existe.
Y es en este momento cuando recuerdo lo que el siempre me dice en casos como este: "no te preocupes princesa, tranquila. Sino, no conseguirás nada". Yo lo sé, cariño, pero reconoce que es muy complicado. Uno se plantea unas metas y, cuando las ve tan lejanas, el mundo parece venirse abajo por un momento. Suerte que sé que te tengo a ti cuando llegue a casa, mi vida. Suerte que te tengo todos los días, para todo cuanto necesite.
Suena el teléfono y dudo unos instantes responder o quedarme inmersa en el silencio a ver si, de esta forma, la respuesta aparece.
Finalmente respondo y, evidentemente, me alegro de haberlo hecho. Mi amor, mi vida, mi amante y marido al mismo tiempo, mi todo; ¿cómo consigues aparecer siempre en el momento ideal? Me ha faltado tiempo para decirte lo que me pasa y ya has conseguido sacarme una sonrisa. Eres increible mi amor.
Quizás no hayas encontrado la respuesta, pero si el método.
Decido darme un respiro y dejar a un lado el trabajo por hoy. Al fin y al cabo, hoy es el cumpleaños de nuestra pequeña.
En poco menos de una hora estoy ya en casa, intentando que las llaves entren en la cerradura pero la emoción del momento consigue que incluso mi pulso tiemble.
Tú me abres la puerta y, con un dulce beso, haces que todas las preocupaciones de esta mañana se desvanezcan. Me confiesas que has engañado a nuestra preciosa niña para que se quede en nuestro cuarto jugando, asegurándole que ibas a buscar a la muñeca que faltaba.
Tú me abres la puerta y, con un dulce beso, haces que todas las preocupaciones de esta mañana se desvanezcan. Me confiesas que has engañado a nuestra preciosa niña para que se quede en nuestro cuarto jugando, asegurándole que ibas a buscar a la muñeca que faltaba.
Provocas en mí otra sonrisa y me coges la mano para que por fin le demos el regalo.
Un maletín de médica que confío en que despierte en ella la misma vocación que consiguió sacar en mí con su edad, unos dos años.
Supongo que es porque hoy es un día especial para nosotros, para nuestra familia, para nuestra vida conjunta; pero me emociono.
Me lanzo a tus brazos, que siempre me blindan protección.
-Gracias por esta vida que me has regalado. No sabes lo que te amo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario