 Encerrada en su habitación. Esa que ella misma ha ido decorando durante tantos años y ahora simplemente le aburre. Quizás no haya ningún momento especial ocurrido en ella. Se para a pensar y rectifica: no hay ningún buen momento que haya tenido lugar en ella. Observa a su vez aquellas paredes que fueron pintadas de color rosa, cuando ella aún creía en los cuentos de hadas y finales felices. Pero todo ha cambiado. Vuelve a pensarlo; ha sido injusto decir eso ya que ahora mismo está viviendo en un auténtico cuento de princesas donde ella es la protagonista y desea un final feliz para él. Pero, aún así, la vida no es del color de su cuarto. En absoluto.
Encerrada en su habitación. Esa que ella misma ha ido decorando durante tantos años y ahora simplemente le aburre. Quizás no haya ningún momento especial ocurrido en ella. Se para a pensar y rectifica: no hay ningún buen momento que haya tenido lugar en ella. Observa a su vez aquellas paredes que fueron pintadas de color rosa, cuando ella aún creía en los cuentos de hadas y finales felices. Pero todo ha cambiado. Vuelve a pensarlo; ha sido injusto decir eso ya que ahora mismo está viviendo en un auténtico cuento de princesas donde ella es la protagonista y desea un final feliz para él. Pero, aún así, la vida no es del color de su cuarto. En absoluto.La música sigue sonando y, desafortunadamente, la reproducción aleatoria se detiene justo en esa canción que tantos recuerdos le trae a la mente. Y no precisamente buenos.
Es una de esas canciones que realmente parece que hubiesen escrito exclusivamente para ti ya que podrías aplicar a tu caso todas y cada una de las palabras, escritas con rabia, fruto de algún otro corazón roto en este mundo.
Ella, en un ataque de ansiedad, pánico y soledad, siente que, de pronto, el aire no le permite respirar. 
Refugia su rostro sobre su almohada y siente como, una vez más, se humedece rápidamente. 
Cuántas lágrimas ahí encarceladas por su culpa y, sin embargo, él jamás se compadecerá de ella. Pero ella no busca la compasión de nadie. Ella quiere salir adelante por su propio pie. No necesita a nadie.
Recuerda todo y cada uno de los "te quiero" que le ha dicho. Al igual que el día que le confesó que sentía por él algo más de lo que le había hecho creer.
Todos y cada uno de los besos que ha contenido en esos momentos que estaba enfrente suya, intentándole enamorar con una estúpida sonrisa, sin darse cuenta de que eso no tenía sentido. Era para nada.
Se arrepiente de haber derramado por él tantas lágrimas, haber sufrido tanto por el.
Se arrepiente de haber derramado por él tantas lágrimas, haber sufrido tanto por el.
Se arrepiente también de haber malgastado tanto tiempo de su vida pensando en la idea de un futuro a su lado por alguien como él.
Pero ya es demasiado tarde.
Una vez cometido tus errores solo tienes dos opciones: lamentarte toda tu vida por haberlos cometido o, simplemente, aprender de ellos y seguir adelante, un peldaño más, en la escalera de la vida. 
Pero, aún así, se acuerda de él. Se acuerda de todo el daño que le ha hecho. Se acuerda de todo el amor que sentía por él y que, sin más, se fue desvaneciendo tras cada una de sus mentiras.
El recuerdo de él ha quedado reducido a simples heridas.
Pero, por mucho que le quiso, jamás será comparable a lo que siente en ese mismo momento por ese alguien que comparte sus días con ella. 
Por ese alguien a quien está dispuesta a entregarle el mundo.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario