Algo que te recuerde a todo, o por el contrario, todo que no te recuerde a nada.Un simple detalle que ves, un olor, un gesto en la cara de cualquier persona, una frase pronunciada por alguien cualquiera. Algo. Y ese algo te transporta a aquel momento. Con esa persona, ese recuerdo. Ese doloroso recuerdo del que siempre has intentado mantererte alejada, pero por desgracia, ahora estás atrapada en él.
Quizás sea el recuerdo de un momento feliz, quizá de uno triste. Sea lo que sea, te ha hecho recordar y ahora te es imposible mantenerlo alejado de tu mente.
Intentas huir de él, salir corriendo, pensando en todas las cosas felices que vinieron tras él. Pero no es suficiente. Hace demasiado daño.
Cierras tus ojos y te encierras en una habitación oscura, sin recuerdos. Sin dolor.
Ahora sí. Mucho mejor.
Últimamente he aprendido algo con este tipo de experiencias: cuando viene un recuerdo, lo mejor que puedes hacer es alejarte de él, sin tocarlo, sin modificarlo para bien o para mal, dejándolo tal y como está, sin jugar con él. Pero sobre todo, sin hacerte daño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario